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sábado, 13 de febrero de 2010

Qué concepto tienen los médicos sobre el Método.

Vivo en una ciudad turística de 100.000 habitantes aproximadamente, en la cual hay 5 neurólogos. Uno de ellos es papá de una compañera de mi hijo en el colegio.Había escuchado del método, por lo cual quedamos en hablar del mismo pronto.
Pasaron seis meses de saludarnos diariamente, pero el encuentro no se realizaba. Llegó el invierno. Con él la temporada de esquí.

Un día, nos volvemos a encontrar a la entrada del colegio. Con él está su mujer con el brazo a 90 grados y pegado al tronco. Se había fracturado el radio y el cúbito derecho esquiando. El brazo está acortado en flexión y la rotación sobre su propio eje está limitada y le resulta dolorosa. Como no podía con mi genio, la invité a una serie de integraciones funcionales gratuitas y aceptó.

Mientras nuestros nenes jugaban, casi sin molestarnos, comencé a trabajar sobre una camilla que llamamos mesa Feldenkraisº trabajo. Ella, de decúbito dorsal, con su brazo fracturado siempre en ángulo .Primero investigué cuál era la organización de su brazo no fracturado. Diferenciando cada una de las falanges de su mano, probando la conexión a su muñeca, y así hasta el hombro. Luego hice lo mismo del otro lado.

Cuando se paró, para nuestra sorpresa (debo confesarlo), su brazo colgaba en 45 grados.
La volví a ver esa semana, ya sin niños, y con el marido al que invité a observar lo que hacía.

Luego de tres encuentros ya estaba bien y decidimos que no volviera.
Nunca más se habló del asunto.

Un año más tarde viene a mi estudio una paciente de este doctor. Una señora mayor con vértigo desde hacia diez años, dice que el doctor ya no sabia como tratar y me la manda: “total no tiene mucho que perder”, dice.
Esta señora, muy charlatana y simpática, se toma su trastorno con humor, dice que lo que más le molesta en este pueblo chico es que piensen ,cuando la ven en la calle ,que ya de madrugada está borracha; ya que su inestabilidad la asemeja mucho a alguien en este estado.

En su segunda visita me “confiesa” cómo fue la derivación.
“El doctor me dijo: ya no sé que hacer con vos. Te voy a contar una historia y te dejo la decisión de si querés ir o no. Mi mujer se rompió el brazo esquiando, y la madre de un compañero de mi hija la invitó a probar el método. No había mucho que perder ya que era un trabajo suave. Cuando entré Diana le empezó a mover los dedos con una suavidad extrema, yo me dije: ¡Uy, qué chantada! Suerte que la vista desde el consultorio era hermosa, no veía el momento de irnos.
Pero cuando mi mujer se levantó, su brazo colgaba hacia el piso. Y lo peor, después de la tercer visita encontré a mi mujer en la cocina batiendo la crema chantilly a mano.”

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